Esta compuesta por 17 esculturas cinéticas:
2 Stateras (de pie)
3 Stateras (mellizas de pie)
1 Cefirokuboo
1 Trikuboo
3 Stateras (de mesa)
7 Stateras (comanda)
Cuando te vi, me enamoré.
Son esas cosas en la vida que aparecen por casualidad, y te llenan las partes más introspectivas de tu ser. La causalidad de nuestro primer encuentro propició esa sensación entrañable entre dos seres que se encuentran por primera vez y se reconocen como igual.
Yo le sonreí y ella me devolvió la sonrisa cargada de vitalidad.
-Soy tu amiga-me dijo-. Pero si quieres, tú y yo podemos ser uno. Juntos podemos redescubrir la vida.
Primero me habló de lo complejo que puede ser lo simple, y luego, de lo simple que puede ser lo complejo.
-Sube, te lo mostraré-me susurró-.
Entonces vi la luz, luz que se convertía en llama. Nadamos junto a los peces, y fui uno de ellos, su movimiento, su respiración… Luego, al mostrarme el cielo y la tierra, entendí nuestra razón de ser. Fui pájaro, y todo lo vi con mayor claridad.
Estos descubrimientos me llenaron de consciencia y satisfacción. Cuando ya no cabía de gozo, ella me dijo;
-No te bajes, sigue conmigo.
Me mostró el firmamento, y comenzamos a movernos en él, a entenderlo… y nos convertimos en estrellas. Éramos su luz, su cadencia, su fugacidad…
Ya no quería volver, me quedaría allí para siempre.
Entonces, me mostró el cosmos, el origen, el Big Bang… y me sentí una molécula. Allí, estábamos todos.
Esta revelación me hizo entender la vida como un todo encadenado, la cual hace enfocar su causalidad en cada uno de nosotros para mostrarnos ese movimiento en el reposo momentáneo de cada fugaz instante que tiene nuestras vidas.
-Éste eres tú-me dijo ella-. Pero también lo somos todos nosotros. Mira y disfruta, siempre estaremos aquí contigo.